lunes, 30 de marzo de 2015

De partidos y purgantes

Narciso Isa Conde

Un largo ciclo político de la contrarrevolución post intervención militar estadounidense parece llegar a su fase terminal, pendiente de otras caídas en el sistema tradicional de partidos en que se ha sustentado.
El primer turno le tocó al Partido Reformista Social-Cristiano-PRSC, el segundo al Partido Revolucionario Dominicano-PRD y el tercero al Partido de la Liberación Dominicana-PLD, incluidos grupos satélites y ciertas izquierdas que dejaron de serlo.
La decadencia se ha dado en el mismo orden en que han gobernado, unos persistiendo en su origen conservador y su eterno abrazo con el despotismo y la dependencia, y otros mutándose de posiciones inicialmente avanzadas al campo de las derechas hasta confundirse con la escoria.

El PRSC se extinguió: es una matricula comprada por el PLD. El PRD igual.
EL Partido Revolucionario Moderno-PRM, que salió del PRD resistiéndose a ser satélite del PLD -además de disminuido y declinante- tiene también sus entrañas infectadas por el mal devastador que por varias décadas mezcló subordinación al imperio, neo-liberalismo.
El PLD, contaminado en su cohollo por el balaguerismo y degradado por el inescrupuloso trepadurismo de quienes lo controlaron después de la inhabilitación física de Bosch, asumió la pendiente de la podredumbre.
Quiso salvarse liquidando a los otros y concentrando poder estatal y poder corruptor, y ha terminado ingiriendo en alta escala los purgantes que distribuye, hasta perforarse los intestinos y fraccionarse la columna vertebral.
Como a todo “puerco gordo” ya le “llegó su San Martín”; incrementándose los riegos de desestabilización de su dictadura institucionalizada; carente ésta de relevo más allá de sus dos jefes y fracciones enfrentadas: una de ellas tan declinante como sus viejos adversarios balagueristas y perredeístas, y otra aportando un oxigeno parecido al que se les ofrece a pacientes graves que necesitan cuidados intensivos hasta que sea inevitable la desconexión. Una con Félix Bautista y demás alcancías a cuesta, y la otra sin poder dejar de exhibir a Boció y a Félix Nova. Ambas condenadas o a colisiones estruendosas o a treguas temporales basadas en pactos frágiles y degradantes.
El progresivo desplome del sistema tradicional de partidos, reducido al rol de un partido-estado condenado a fraccionarse y desgarrarse cada vez más, podría arrastrar al desastre la institucionalidad dictatorial que su Comité Político forjó y dirigió, y que luce imposibilitado de hacerlo como antes, generando peligrosas parálisis.
La pertinencia de la recreación de movimientos político-sociales portadores de una nueva institucionalidad, mediante una Constituyente Popular y Soberana, se aprecia por tanto como insoslayable