Luis Abinader haciendo escaramuzas en el congreso.
Por Toñin el Poeta. Especial para La Expresión del
Sur.
«La burguesía ha ejercido en la
historia una acción esencialmente revolucionaria. Allí donde ha conquistado el
poder ha pisoteado las relaciones feudales, patriarcales e idílicas. Desgarró
sin piedad todos los lazos multicolores que unían el hombre feudal a sus
superiores naturales para no dejar subsistir otro vínculo entre hombre y hombre
que el del frío interés, el del duro pago al contado. Ha ahogado el éxtasis
religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del buen burgués en
las aguas heladas del cálculo egoísta.»
Manifiesto del Partido
Comunista (K.
Marx y F. Engels, 1848)
La actitud
que vienen asumiendo algunos partidos que se autodenominan como de "Revolucionarios Moderno", "Revolucionario Dominicano" o de "Liberación Dominicana" no se corresponden con la existencia de unos Partido
que desde una composición social multi-clasista en su apariencia, pero que en
la realidad sus dirigentes de dominación son burguesa como partido capaz de
producir una revolución de trasformaciones social, pues no ya que las clases no
se suicidan ese manejo «deportivo» de las ciencias sociales en la República Dominicana, no se corresponde con la idea de «construir una burguesía
revolucionaria». Esto nos lleva a aclarar a nuestros lectores: ¿es posible la
existencia de una burguesía revolucionaria? ¿Fue alguna vez revolucionaria la
burguesía? Y en un plano local y actual ¿puede ser revolucionaria la burguesía
hoy en la República Dominicana?
Estas
interrogantes sólo pueden ser respondidas correctamente desde un punto de vista
histórico, pues la cualidad de la burguesía como clase revolucionaria ha
variado en el tiempo. La burguesía fue revolucionaria en el período de paso
desde la edad media y el absolutismo, hasta la instauración definitiva del modo
de producción capitalista. El pasado pre-capitalista, llamado de manera
genérica «el
antiguo régimen», fue barrido por la oleada revolucionaria que tuvo su amanecer
con el liderazgo anti monárquico de los Oliverio Cromwell a mediados del siglo XVII
y la posterior revolución inglesa de 1688, pero que alcanzó su cenit con la
gran revolución francesa de 1789.
Este evento
representó efectivamente el momento de mayor impulso revolucionario de la
burguesía, barrió los restos del viejo mundo feudal, y dio inicio a una
revolución bihemisférica, que culminará con el fin del absolutismo y la
instauración de unas Repúblicas liberales burguesas en buena parte del globo terráqueo.
En aquellos lugares, como el Reino Unido, en donde la vieja aristocracia logró
evitar la guillotina, surgieron las monarquías constitucionales, que restringían
el poder efectivo de la corona y establecían a través del parlamento mecanismos
de gobierno en alianza entre los terratenientes y los burgueses; andando el
tiempo, los primeros se transformaron en una nueva capa de los últimos.
De manera
que, sin duda, la burguesía sí fue revolucionaria. Así lo expresó Karl Marx en
el más contundente reconocimiento al aporte revolucionario burgués, el capítulo
primero del Manifiesto
del Partido Comunista. El propio Marx comprendió que la cualidad revolucionaria de la burguesía
era históricamente determinada y por lo tanto transitoria: destruidos los viejos
muros de los castillos feudales por los cañones fabricados en los talleres de
la burguesía, ésta se convirtió en la nueva clase dominante. Con la
implantación de su nuevo modo de producción, y su consolidación y expansión por
el planeta, la burguesía pasará de clase revolucionaria a clase reaccionaria.
Este es un ciclo que, dependiendo de la región del mundo, se cerró
aproximadamente entre mediados del siglo XIX y principios del XX.
En el caso de la República
dominicana
El gran
aporte revolucionario de la incipiente burguesía agraria comercial de República Dominicana, fue la guerra de independencia. Es necesario comprender que esta
guerra no fue simplemente un conflicto por la independencia del territorio: los
patriotas creadores de la República Dominicana de principios del siglo XIX se
reconocían como hijos de la revolución francesa, como republicanos, anti monárquicos, enemigos del viejo régimen Haitiano de dominación de los Boyer,
y mostraron sus simpatías por los liberales republicanos que, aproximadamente
al mismo tiempo, luchaban en la propia España por la abolición del régimen
monárquico y la introducción de mecanismos constitucionales de gobierno.
No en balde
hombres como Duarte, Sánchez y Mella, calificaban a los enemigos de la
independencia como «realistas», esto es, como defensores de los fueros
tradicionales de la Dominación. Ni es casualidad que hayan expresado tanto en
palabras como en actos su admiración por los sistemas constitucionales
emergidos del colapso de los antiguos regímenes europeos de Francia y España,
particularmente por el caso del Reino Unido, cuyas instituciones políticas
fueron calificadas por Duarte y los Trinitarios como las más dignas de servir de modelo para las
nuevas República Dominicana.
Culminada la
independencia, el resto del siglo XIX Dominicano fue una época caracterizada
por el esfuerzo de la incipiente burguesía, unas veces en pugna con los
terratenientes, otras en alianza con ellos, por consolidar una república
liberal burguesa. Su mayor dificultad fue el carácter rentista agrario de la
economía rural Dominicana, basada en el monocultivo (cacao o café) y con un
nulo nivel de industrialización. De ese hecho económico nacieron los
contratiempos que finalmente impidieron el desarrollo pleno del proyecto de
país liberal burgués que inicialmente perseguían.
Ese defecto
en la estructura económica de base persistió en el tiempo, y se extendió a la Dominicana con los ingenios y acumulaciones originarias con el saqueo, el robo y la explotación de clase desde principios del siglo XX. Para la burguesía Dominicana, que nunca llegó a consolidarse como verdadera burguesía progresista
y modernizadora del país, el negocio consistía en vender al exterior primero
productos agrarios y más tarde apropiarse de las empresas de estado que dejo la dictadura Trujillista producto del esfuerzo de la fuerza del pueblo trabajador, para comprar con ese ingreso
rentista mercancías extranjeras.
Así nació,
creció y se estructuró la Burguesía Dominicana. Su carácter, por más de dos
siglos, ha estado marcado por su naturaleza rentista y atrasada. Por ello, la
burguesía Dominicana no es revolucionaria, ni puede serlo: no puede proponerse
industrializar y modernizar el país, pues tal cosa equivaldría a ser su propia
antítesis. Las tareas de desarrollo industrial y económico no son metas que le
sean inherentes como clase; son tareas que sólo le interesan al proletariado de la República Dominicana.
Los verdaderos revolucionarios y ente de Liberación Nacional somos y seremos los comunistas, no podemos cifrar-nos las esperanzas de que un Burgue explotador como lo es Luis Abinader nos va a revolucionar el estado burgue que tanto lo beneficia a el y a sus empresas explotadoras, ni mucho menos creer que un Leonel Fernandez educado y formado por un imperialismo voraz e insaciable y inquisidor como el Norteamericano no nos pretende Liberal del yugo del sistema capitalista, al cual el le sirve y pretende seguir le sirviendo, no señores, esto nada mas, son escaramuza, luchas intereses ínter-burgueses por controlar y servirse desde el estado burgue capitalista y ellos se extreman y hacen ese re-juego por que todavía aquí en la República Dominicana no hay un vanguardia comunista y la clase obrera todavía no a querido convertirse de clase en sí en clase para sí.