El que no sabe vencer el instinto de violencia, no es capaz de amar. Si quisiste o quiere a alguien y no quiere estar contigo, déjala (o) ir, si vuelve a ti es porque ella o el te quieres y sino es porque nunca te quiso, la vida no tiene que terminar ahí, debe seguir su agitado curso.
La vida del o de la que amas o ámaste debe significar mucho para ti y los tuyos; Recuerda siempre que tus hijos o hijas son parte de la misma carne, sangre y vida tuya y de la que ha sido o es tu pareja y tu deber es preservar esa vida a todas costas, para que en el mañana tus hijos (as) no sufran las consecuencias de la orfandad por la falta de ambos o uno de ustedes, bajo los malos recuerdos del rechazo, el rencor y el mal remordimiento de las secuelas que estas consecuencias de la violencia intrafamiliar pueden acarrear.
No te deje atrapar por la violencia intrafamiliar. No ceda al pensamiento que te pueda incitar, atosigar y conducir hacia la violencia intrafamiliar, convierte todas esas energías negativas y malignas, en torrentes de perdón, paz, amor, armonía, sosiego, participación, diálogos y comprensión, ya que hasta perdiendo se gana.
No te dejes llevar de los impulsos de la maldad y de los dimes y diretes que causan la diversidad de criterios, no permitan que estas simples diferencias te conduzcan hacia la violencia intrafamiliar,vive y dejala o dejalo vivir.
Por: José Antonio Pérez Valenzuela
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