Ese porcentaje disminuiría por la división del PRD entre la franja institucional y del Partido Revolucionario Mayoritario (PRM). Como acertadamente expresa una máxima: divide y vencerás. El doctor Leonel Fernández Reyna ganó la presidencia en 2004 y el voto morado alcanzó el 49 por ciento de los emitidos; la diferencia fue aportada por los aliados. Cuatro años después, en el 2008, el ex presidente Fernández se reeligió y el PLD descendió del 49 al 44.9 por ciento.
En 2012, el PLD obtuvo el 37 por ciento de los votos, ganando la Presidencia de la República Danilo Medina. Debido a la disminución en el caudal de votos, el PRD aparece en la boleta como el número uno en los recuadros de los candidatos presidenciales.
La salida de algunos aliados del Bloque Progresista que apoya al PLD, podría forzar a la celebración de una segunda vuelta electoral, porque ningún partido obtendría el 50 por ciento más uno de los sufragios.
El Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) anunció que va solo a las elecciones del 2016. El PRSC aportó el 7% de los votos en los comicios del 2012. Otras organizaciones minoritarias, como la Alianza por la Democracia (APD) que encabeza el sociólogo Max Puig, abandonaron el PLD y otros grupos minoritarios han expresado su disgusto con el oficialismo.
PRD
El partido blanco, que es el mayoritario, demuestra su vocación a la autodestrucción y nuevamente se dividió. Después de las elecciones del 2012 en las que hubo acusaciones y contra acusaciones por la derrota del ex presidente Hipólito Mejía, esas diferencias llegaron su punto culminante con la división del PRD en dos bandos.
El PRD institucional lo encabeza el ingeniero Miguel Vargas Maldonado y el Mayoritario el ex presidente Mejía. La dispersión de la oposición y la falta de un proyecto de izquierda unificado son elementos favorables para que el PLD se mantenga en el poder. En la izquierda, todos quieren ser cabeza de ratón y no cola de león.
UN APUNTE
Luchas internas en el PRD
Las luchas internas en el Partido Revolucionario Dominicano le han sacado del poder. Los perredeístas no han asimilado esas experiencias y en 2016 se encaminan a probar una vez más el sabor amargo de su irreflexión.
